Frío y resfriados

En ocasiones damos por hecho que la llegada del frío es la causa principal del incremento de resfriados y estados gripales. Pero, ¿existe realmente una relación objetiva entre ambos fenómenos?
llegan a nuestras vidas de la mano. ¿Hay alguna razón científica que lo avale?

El frío no causa los resfriados

Objetivamente se puede decir que el frío no provoca directamente ni resfriados ni catarros. El resfriado es una enfermedad causada por virus que se transmiten de unas personas a otras. Los virus se transnmiten sobre todo por vía aérea a través de pequeñas gotas que expulsamos al hablar, toser o estornudar.
Pero también es cierto que la mayoría de los resfriados se producen en las estaciones frías (desde principios del otoño hasta finales del invierno).
La explicación hay que buscarla en una combinación de factores:

• La gente permanece más tiempo en casa y en espacios cerrados, con lo que el contacto con otras personas aumenta y así el riesgo de propagación de esos virus.
• Los centros educativos, los centros de trabajo, los grandes almacenes están abiertos y con grandes afluencias de público, con lo que aumenta de nuevo el riesgo de exposición a los virus.
• En determinados climas, la combinación de frío y escasa humedad favorece la sequedad de las fosas nasales y las hace más susceptibles a los virus del resfriado.

 

Medidas para afrontar el frío sin resfriados

Beber muchos líquidos; aunque no hay una razón científica, la deshidratación que puede causar la fiebre o la conveniencia de fluidificar secreciones hace recomendable no pasar por alta este tradicional consejo.
Alimentarse bien, no solo por la vitamina C. No hay pruebas científicas de que un aporte extra de vitamina C reduzca la incidencia ni la duración de los resfriados. Es una alimentación correcta la que nos proporciona suficientes vitaminas y minerales que nos harán estar físicamente mejor y más preparados para superar cualquier contratiempo de salud.
Lavarse bien las manos. Este sencillo gesto que a veces pasamos por alto, es muy eficaz para prevenir la transmisión de resfriados y gripe. Lavarse bien las manos con agua y jabón y durante bastante tiempo, sobre todo después de toser, estornudar o atender a una persona enferma.